domingo, 22 de noviembre de 2015

NO ESTAMOS SOLOS EN EL COSMOS.

NO ESTAMOS SOLOS EN EL COSMOS.
Encontré estos interesantes documentos escritos al respecto en el siglo pasado por Marius Lleget  y que ahora adquieren una gran importancia por lo que contienen.

LOS SERES DEL ESPACIO: LA VIDA EN EL UNIVERSO
No pretendamos encontrar necesariamente, vida exactamente como la conocemos en la Tierra, podría haber formas inteligentes muy diferentes, pero muy diferentes a nosotros y mas avanzado no solo en inteligencia y tecnologia, sino espiritualmente que nosotros )




«Nos sentimos irresistiblemente atraídos por la idea de que en alguna parte del Universo pueda haber seres un poco inferiores a los ángeles, y a los cuales el hombre podría considerar como sus iguales o acaso sus superiores.»

Sir Arthur S. Eddington (<<La na­turaleza del mundo físico»)

Si los Akpalus eran o no como una especie de «hombres peces», si existió realmente o no el fabuloso Oanes, si los «ángeles» que visitaron a la familia de Lot en Sodoma entran o no en la bellísima idea de Eddington que encabeza estas líneas, si Carl Sagan, Shklovski, Agrest, Kazantsev, Kardachev y muchos mas están en lo cierto cuando teorizan -no sin fundamento- en la posible visita de seres espaciales a la Tierra, tal vez sea un argumento demostrable por la ciencia moderna, a través de sus ramas mas conspicuas: Exobiología, Astrofísica y Radioastronomía. Entendámonos: demostrable por vía indirecta, en hipótesis y por extrapolación de determinadas e interesantes experiencias de laboratorio. Pero, si es así (o si así nos lo parece a nosotros), entonces apenas si sabría dudar de que el Universo por decirlo de algún modo- ha estado casi permanentemente en contacto con nosotros, con el hombre de este planeta, desde los primeros tiempos y por supuesto, durante todos los tiempos. Es decir, que las crónicas del pasado consideradas tantas veces por la ciencia oficial como simples leyendas, en las que se mencionan hechos insólitos relacionados con el espacio y se relatan extrañas historias maquinas voladoras y de seres «que no son de este mundo», crónicas -repito- se sostienen como una catedral sobre ,profundos cimientos, y poseen, también como una catedral, raíces mucho mas profundas en el espíritu del hombre de lo que la fría ciencia sepa capaz de comprender y hasta de demostrar.
Pero he aquí que una demostración de lo que pudo acontecer antaño la podemos buscar, también, en lo que puede estar sucediendo hoy mismo, ahora mismo, en el inconmensurable universo estelar. Porque  la exobiología, la astrofísica y la radioastronomía son capaces, por ejemplo, de proporcionarnos datos fidedignos y además demostrativos (o cuando menos positivos) respecto a la realidad de la vida en el Universo actual, ni que decir de que todo cuanto hemos dicho respecto a las edades pasadas quedaría automáticamente revalorizado. El autor se inclina a pensar que es así, y por eso comenzó a escribir esta obra (capitulo primero) bajo el epígrafe de
«El pasado como clave del turo».

Porque el Universo, como la vida misma, es una esencia, quizá mejor un verbo como ya dijo Heráclito de Éfeso un verbo que se conjuga, naturalmente, en pasado, presente y futuro. ¡Una historia completa en la dirección de la flecha del ~tiempo!

Como por ejemplo, lo que paso a las Ciudades de Sodoma y Gomorra pudo tener mucho que ver con «lo» espacial ~con seres procedentes de otros mundos mismo modo que ahora, en la recta final de nuestro tecnológico siglo XX, el Universo puede presentársenos cualquier día  nuestra propia casa, siempre, claro esta, que entendamos por universo a los seres inteligentes de otros planetas y que esos seres se decidan a hacer su aparición aquí en la Tierra, una vez mas.
Hay, sin embargo, un aspecto a distinguir en esa posibilidad. es que, como apunta Sagan, probablemente no se tratara, en nuestro siglo, de los mismos seres planetarios que nos visitaron  en épocas precedentes y no tendrían nada que ver con los, Akpalus o quienes quiera que fuesen los que ya parece que anduvieron por tierras del Próximo Oriente y por otros lugares del planeta, y fueron los causantes, según Agrest y otros autores de la fulminante desaparición de Sodoma y Gomorra.

Pues se da el caso de que, estadísticamente considerado el  problema, la Tierra podría ser visitada cada cinco o diez milenios según ya hemos visto) y tal vez cada 1.000 años, aproximadamente, según los datos mas recientes extrapolados de la astrofísica. Porque en dichos cálculos entran en juego todos los planetas posibles, y no uno solo, y se parte de la base de que, normal y lógicamente, «ellos» nos descubren cada vez, porque se rata de civilizaciones que necesariamente no tienen contacto entre si, del mismo modo que tampoco lo tenían con nosotros antes .de descubrirnos en sus misiones de exploración.

Creo que parece lógico, ,no?, de forma que no es preciso asistir sobre estas consideraciones.
Vayamos, pues, al encuentro de los datos modernos en busca e la prometida demostracion, por vía indirecta, de que cualquier dato positivo sobre 1a vida universal hoy presente (o coordenadas y tenida como presente) en e1 amplio Cosmos, nos seriar de punto de apoyo para sostener con datos científicos en la mano hipótesis comentadas precedentes. . para ello, pediremos el concurso de la exobiología, apoyada en datos astrofísicos y estudios radioastronómicos.

EXOBIOLOG1A: UNA CIENCIA MODERNA QUE PUEDE       ECHAR UN POCO DE LUZ SOBRE NUESTRO PASADO...

Se da el nombre de Exobiologías a1 estudio de la vida extraterrestre, ya sea en 1aboratorio, reproduciendo lo mas exactamente: posible las condiciones que se cree existen en otros planetas,
bien por medios teóricos (biónica avanzada, gnotobiologia) y .o bien por onda, mediante el empleo de potentes radio telescopios que «escuchan» en 1a noche, en espera de captar un mensaje :revelador de la vida inteligente en cualquier punto del espacio.          Las dificultades con que nos enfrentamos al tratar de exobiología son muchas. Pero contamos con el concurso de los astrofísicos para iniciar con buen pie nuestro estudio. Por lo tanto, de buenas a primeras invito al lector a meditar en los siguientes datos que, en cierta medida, equivalen a toda una declaración de principios.

Las posibilidades para que dos átomos combinándose de un modo determinado den lugar a la vida -dicen los biólogos- son : una contra un billón. Pero las estrellas del Universo conocido -nos dirán los astrofísicos- suman 10 elevado a la 20, lo cual equivale a decir que, en un numero igual a 10 elevado a 8, o sea en  una cantidad de 100 millones de soles, las estrellas poseen planetas comparables a los del sistema solar, y que en muchos .e ellos la vida es, por lo tanto, teóricamente posible. Por lo menos, esta es la proporción entre ambos cálculos, desde luego aproximativos. Dicho en otros términos: en teoría, los planetas estelares existen en proporción fabulosa, repartidos por todo el Universo estrellado; y en algunas de sus superficies se manifiesta -o debe de manifestarse, según tales apreciaciones- «algo» que solo puede ser sinónimo de vida (dos átomos combinándose de un modo determinado para dar lugar al fenómeno vital). Piense el lector que las primeras cifras que hemos barajado --10 elevado a 20- ¡son del orden de los trillones!...

Si Venus parece demasiado joven y Marte excesivamente viejo, y en el sistema solar (como cree Hermann Oberth) solo existimos nosotros como representantes del pensamiento, se trata de una cuestión no suficientemente aclarada todavía. Pero en principio la admitiremos, recordando de paso que el sistema solar y su formidable radio de 6.000 millones de kilometros solo significan una minima parte del Universo. Y es que, según demostraron Schelessinger y Herzsprung, existen millones de familias planetarias semejantes a la nuestra esparcidas por toda la vastedad de los dominios galácticos y, por extensión, hasta los mas remotos confines del espacio.
Siendo así no puede cabernos la menor duda, solamente fundándonos en los principios elementales de la filosofa -es decir, trascendiendo el método matemático a nivel de analogía lógica- de que el Universo se halla poblado de especies inteligentes en numero, si no en proporcion, muy considerable. Pues el método matemático empleado por los mencionados astrónomos si bien se limito alas estrel1as vecinas, eligiendo particularmente las clases espectrales G y K, constituyo un autentico Poll Gallup universal pro-vida cósmica; y en buena 1ogica es susceptible de ser aplicado a la totalidad de la Galaxia e, interpolando los resultados, a todas las galaxias del Universo.
En efecto, la astrofísica ya dispone de elementos para demostrar que, por lo menos, una estrel1a de cada seis posee una familia de planetas girando a su alrededor (y digo por lo menos, porque para abreviar este calculo no hagan entrar a los sistemas dobles, que últimamente se ha demostrado son mucho mas abundantes de lo que se pensaba).
Ahora bien, tengamos presente que solo una de cada veinte estrel1as pertenece, en nuestras regiones galácticas, a tipos espectrales correspondientes a la clase solar G  (diez tipos, con subíndices indicadores de su desarrollo desde 0 a 9), siendo el Sol una estrella de edad bastante avanzada y perteneciente a la clase G-2. No obstante, la proporción de estrellas que consideramos aptas para permitir el desarrollo de la vida en los mundos de su sistema, admite ser considerablemente ampliada. máxime, si extendemos nuestras consideraciones a los soles de la clase K, pues las estrellas de las clases G y K parecen ser las mas indicadas para dar lugar a esa suerte de milagro que es la vida intelectual (es decir, para dar lugar a su mantenimiento).
Además, para nuestro proposito conviene tener presente que ya Sir Harold Spencer Jones se refirio, bastantes años atrás, a las posibilidades de la química orgánica extraterrestre que, por ser tantas y mal conocidas, abren grandes horizontes a nuestra capacidad de interpretacion, cuando tratamos de las posibles formas de vida superior e inteligente en el Cosmos. El gran astrónomo ingles, se fundo en sus especulaciones en teorías exobiológicas que aceptan el silicio, en lugar del carbono, como base de la química orgánica. Aquí en la Tierra son los carbohidratos la base de la vida superior, pero el silicio tiene tambien posibilidades que en nuestro mundo no pasan de ser teóricas y que no sabemos hasta que punto pueden ser reales en otros planetas., 81


Con esto no pretendamos encontrar necesariamente, vida exactamente como la conocemos en la Tierra, podría haber formas inteligentes muy diferentes, pero muy diferentes a nosotros y mas avanzado no solo en inteligencia y tecnologia, sino espiritualmente que nosotros )


Y quien dice silicio, dice otros elementos, sin despreciar los primigenios, como el metano y el amoniaco por ejemplo. Lo que sabemos, es si tales supuestos cambios de metabolismo posibilitan, o no, el desarrollo de especies inteligentes, o superinteligentes, al estilo de los seres imaginados por Sir Arthur S. Eddingn, cuando escribió: «Nos sentimos irresistiblemente atraídos por la idea de que en alguna parte del Universo pueda haber res un poco inferiores a los ángeles, y a los cuales el hombre se podría considerar como sus iguales o acaso sus superiores.»

ESPACIO, TIEMPO Y VIDA: CUANTAS GALAXIAS XISTEN EN UN RADIO DE 20.000
MILLONES DE AÑOS-LUZ?

Abandonemos como el Dante toda esperanza.de indagar si los semiangeles respiran flúor, o sienten correr el rojo silicio en sus delicadas venas. Pero, llegados a este punto, es bueno recordar que solo en la Vía Láctea, o Galaxia de la que formamos parte, existe la fabulosa cantidad de 200.000 millones de soles hermanos del que nos ilumina. Resultado apriorístico, pero así mismo fundamental de las anteriores consideraciones, es que en nuestro grupo de nebulosas conocido por Universo Local pueden existir mas de 10.000 millones de soles de la clase G (con toda su gama de diez subíndices); soles que en una proporci6n del 1:6, o sea alrededor de 1.700 millones solo para nuestras vecindades» galácticas, se hallan virtualmente en condiciones tener planetas parecidos a los que giran en torno a nuestro astro del día. Por consiguiente, es mucho suponer que en algunos de esos millones de planetas existan seres mas o menos semejantes al hombre? En principio, las posibilidades de que sea imprácticamente parecen ilimitadas. Pensar lo contrario, casi equivaldría a negar la misma existencia del Universo.

Otra pregunta: si el Universo cognoscible, o sea hasta el último quasar, parece que puede extenderse hasta un radio de 20.000 millones de años-Luz, cuantos millones de galaxias semejantes a la nuestra existirán en tan dilatado volumen de espacio­tiempo? Razonando correctamente, tendríamos que multiplicar por una elevada potencia el número de las posibles Tierras del espacio. Este es el resultado final a que nos conduciría un burdo planteo del magno problema de la vida en los mundos estelares. Pero hemos de considerar otros aspectos fundamentales de tan interesante cuestión.
Para que la vida superior e inteligente se manifieste, desarrolle y evolucione alcanzando un elevado grado de perfección, se requiere un ambiente favorable y tiempo: mucho tiempo. Es obvio, pues, que no todos los planetas del Universo pueden ser Tierras como la nuestra. Pero, asimismo, volviendo la oración por pasiva, no todas las Tierras del espacio se hallaran a nuestro mismo nivel intelectual, sino que muchas de las especies que ahora viven y se desarrollan y progresan en el ancho Cosmos -como creen Shklovski y Kardachev~ ya lo habrán superado hace miles, tal vez millones, de años, o de siglos...

El tiempo es, en cada mundo, un factor local y relativo. No todos los seres inteligentes del Cosmos pueden ser coetáneos. Y, si millones de Tierras que un día pudieron ser cuna de grandes civilizaciones hoy han desaparecido, porque en realidad nacieron mucho antes que nosotros, ahora deben de existir en todo el Universo y en estado potencial otros tantos millones de mundos que un día albergaran a seres inteligentes, tal vez capaces de construir catedrales como nosotros y de lanzar astronaves al espacio todavía inexplorado. Con lo cual vemos que la historia de la Tierra es susceptible de repetirse en multitud de puntos del Universo y en tiempos tan distintos como los espacios que servirán de morada a la continua creación que es el Cosmos, según la teoría formulada por el astrofísico ingles Fred Hoyle.
Pero no teoricemos alegremente. Es obligado reducir cifras si queremos obtener un resultado positivo, o sea objetivo y «actual» a la vez, es decir, que nos permita tratar de mundos coetáneos al nuestro, en los cuales la vida superior se manifieste en nuestro mismo ahora, aunque nos separen de ellos un buen puñado de años-luz. Lo malo es que, en dicho caso, se tratarla de dos ahoras relativizados por las distancias. Sin embargo, ese factor no condiciona en modo alguno e1 hecho vital, y esto es lo importante. Así, de los 1,700 millones de soles con planetas teóricamente habitables (solo en nuestra Galaxia) debemos restar, aparte de los mundos ya desaparecidos, las humanidades que en este preciso momento terrestre no se hallaran suficientemente evolucionadas. El tiempo local y propio de cada mundo desempeña, como vemos, un papel muy importante en nuestros cálculos. Tanto o mas que las naturales diferencias de medio ambiente y el sentido o dirección que haya podido tomar una determinada evolución. De todas formas, aun reduciendo nuestras cifras en orden a dichos factores, siempre resultara evidente que, ahora mismo (en su exacto lugar espacio-temporal), existen en la Galaxia varios millones de mundos posibles. Y esto es lo importante. Pero prestemos atención a los siguientes datos:

«Por consideraciones cosmogónicas, estadísticas y evolucionistas -,escribía R. Urgoiti en la Revista de Occidente, mayo de 1963, pagina 227- se ha inferido una gran probabilidad de que, incluso dentro de nuestra Galaxia, existan mas de 100.000 planetas en donde se hayan desarrollado formas de vida semejantes a las que alberga el nuestro; y que el grado de evolución que hayan alcanzado, sea en unos casos inferior y en otros superior, al que en este siglo presenta nuestra cultura. En otras palabras: se supone que en algunos de estos planetas imperan especies infrainteligentes como cuando los dinosaurios señoreaban la vida animal de la Tierra-, y que en otros se haya llegado a niveles de inteli­gencia, cultura y técnica superiores a los del hombre actual.»

Llegamos pues en nuestro estudio a dos conclusiones ciertamente positivas:
1ª." Tierras como la nuestra existen, si bien ya resulta mas difícil que existan en numero elevado.Y
2ª." Planetas habitados por seres diferentes, por especies distintas a la terrestre, deben de existir en una proporción apreciable, cuyo numero absoluto se cifrara en una cierta cantidad del orden de los millones, concretando el calculo solo a la Vía Láctea.
Por consiguiente, estas cifras son susceptibles de ser elevadas 84
a una potencia N cuando nos referimos a la inconmensurable vastedad de un Cosmos que, de hecho, para nosotros no tiene limites.

En el primer caso, se incluyen formas de vida semejantes o paralelas a las que alberga nuestro planeta, mientras que en el segundo, damos entrada a la ilimitada capacidad creadora de la Naturaleza, implícitamente simbolizada en el Verbo -leemos en textos sagrados~ en la hora cero del Cosmos, cuando dicha creatividad se traduce por el Fiat Lux inicial. Un inicio, o inauguración, que todavía se repite hoy -eco eterno de la creatividad con la misma variedad y solemnidad, si hemos de creer a Hoyle, en innumerables rincones ignorados del espacio. Pues, que sabemos del espacio real y absoluto? Por ejemplo, {pueden los tripulantes de un supuesto OVNI proceder de un universo paralelo, o de un mundo en el que realmente exista la cuarta dimensión, o una quinta?

Con perdón por la inmodestia, ya en 1958 el autor de estas líneas -que nada sabe, pero que es un espíritu inquieto, estudioso e intuitivo- se preguntaba: «Una de dos: o los tripulantes de los "platillos" no son seres como nosotros, dado que son capaces de soportar durísimas presiones de la gravedad derivados de sus bruscos desplazamientos, a las que hemos de añadir todavía la aceleración instantánea del "platillo", o se trata simplemente de seres procedentes de otro universo (quiero decir de otras dimensiones espacio-temporales) o, en ultima instancia, de seres que dominan a la perfección los campos de fuerza y son cap aces de aislarse de toda inercia, en virtud de llevar consigo (con su objeto volador) su propio campo de fuerza. En cuyo caso, nada tendría de extraño -es una simple suposición- que los "anunakis (uranidas)" procedieran del Hiperespacio»(M. LIeget, La conquista del aire y del espacio. Ed. Hispano Europa, Barcelona, 1958, pags. 284-285).


Todo esto abre a nuestra inteligencia innumerables posibilidades, una de las cuales es, por adelantado, que el hombre podría ser, en la escala absoluta del conocimiento, o de la Noosfera reilhardiana, un simple valor promedio (y aquí entiendo conocimiento y perfectibilidad como una misma cosa). Claro que a nosotros esta «mediana inteligencia» siempre nos ha bastado,

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sobre todo a partir de la cultura que definieron al hombre que como medida de todas las cosas. Pero como apunta sagas mente Santiago Loren “El tradicional pensamiento deductivo que a formado el  pensamiento occidental ha de verse necesariamente sustituido, en parte por el pensamiento prospectivo, es decir, por el pensamiento que en lo actual prefigura el futuro». Y es entonces cuando creemos advertir que nos hallamos en vísperas de enfrentarnos con una situación inédita y a la vez maravillosa, susceptible de deparar mayúsculas sorpresas al distraído y consumista hombre moderno.

Una de ellas por ejemplo, podría ser el reconocimiento universal -y-a escala planetaria- de que no estamos solos en el Cosmos, junto con la definitiva comprobación de esa «astronáutica al revés», como yo la llamo, o sea de «ellos» hacia nosotros, que hoy solo podemos entrever o intuir a través del
FENOMENO OVNI, o problema planteado por los Objetos Volantes No Identificados.



Por el momento, parece que ya hemos aceptado a priori esta «duplicidad» de la astronáutica: hay una astronáutica todavía incipiente, pero con un gran futuro por delante, que es la nuestra. Y otra, muy antigua en el tiempo y protagonizada por las humanidades del espacio, que en nuestros días creemos haber descubierto bajo la forma de Objetas Volantes No Identificadas, la cual, sin duda, ya existió en mundos hoy desaparecidos y continuara existiendo en un remoto futuro, cuando la Tierra haya desaparecido, .en mundos que por consiguiente jamás conoceremos.

Pero esa otra astronáutica, de la cual solo entendemos que esta ahí dedicándose a explorar el planeta Tierra, actualmente solo se nos manifiesta bajo uno de sus múltiples probables aspectos y, por ello mismo, tan solo existe en re1acion a nosotros de modo parecido a como los desconocidos seres que la han heredado tal vez comienzan a tener noticias mas concretas del hombre terrestre mediante nuestras primeras sondas tipo «Venera», «Mariner» o «Pioneer».

Que sepamos, en nuestro siglo todavía no se ha establecido un contacto directo entre «ellos» y nosotros, pero no hay duda

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de una cosa: que si consideramos los enigmas que nos deparan al respecto la protohistoria y el largo ciclo de observaciones a que parece nos han venido sometiendo (quizás a. distancia y solo mediante ingenios teledirigidos) los creadores de los OVNI, llegamos a la conclusión de que el Universo
es, como reza una antigua inscripción maya,

“La morada de seres «hijos del barro», pero también del cielo estrellado”.


Entonces, los ángeles de Eddington se convierten en simples mensajeros, de acuerdo con la verdadera acepción del vocablo anggelos. Mensajeros o visitantes, astronautas en definitiva, o sea: seres inteligentes que, como suponen tantos cien tincos (Shklovski entre ellos), pueblan los astros innumerables y se desplazan por el Universo a bordo de poderosos vehículos espaciales. Existen indicios muy serios que nos autorizan a tratar de las «civilizaciones del Cosmos», de los «señores de la Galaxia», de los «ingenieros» de Dyson y de los faros de tecnecio, aunque puedan parecer exageradas tales aseveraciones, o poco menos que lindantes con los dominios de la noción científica. Pero, ,hay algo mas fantástico que la misma realidad, cuando se examina el Universo con un poco de imaginación para «engrasar» nuestra ciencia? Recordemos aquellas hermosas palabras de Beaumarchais:

“El azar hizo las distancias .solo el espíritu puede cambiarlo todo”.



                                    APORTACION ASTROFÍSICA A LA EXOBIOLOG1A:
¿SE REPETIRA EN JUPITER EL «MILAGRO DE ADAN», ES DECIR, LA APARICION DE
                                               VIDA INTELIGENTE?

Stephen H. Dole, jefe del Grupo de Ingeniería Humana de la Rand Corporation de California y miembro del Instituto americano de Astronomía y Astronáutica, en su. obra Planetas habitables 87
(Nueva Col. Labor. Barcelona, 1968), define así a la exobiología: «Estudio de las formas de vida extraterrestres; el diseño de experimentos dirigidos a los intentos de descubrir formas de vida que se hayan originado en cualquier parte del Universo.
La astrofísica ha contribuido con importantes datos al desarrollo inicial de la exobiología, entre los cuales seleccionare los siguientes.
La popular estrella «Nova Herculis 1963», que llego a ser perfectamente visible a simple vista como una de las mas brillantes del firmamento, y cuya luminosidad después del paroxismo fue decreciendo hasta encontrarse a comienzos de 1965 en la 12,9 magnitud fotográfica, ha sido objeto de un importante descubrimiento por parte del astrónomo húngaro  Almar, de Budapest, empleando un fotómetro fotoeléctrico acodado al reflector de 48 pulgadas del observatorio italiano de Assiago. Almar, advirtió que la mencionada estrella experimenta eclipses parciales que disminuyen su intensidad en 0,1 magnitudes, con una duración de 40 minutos y un periodo todavía no bien de­terminado. Tal fenómeno significa la existencia en  torno a la estrella de un cuerpo oscuro de tamaño muy inferior al de la misma. Se da la circunstancia de que con anterioridad a 1963 se ignoraba cualquier variabilidad de la estrella, lo que permite suponer que la explosión causante de la «nova» pudiera ser el origen de este cuerpo.

Si se llega a confirmar la existencia de un astro, solido o no, en torno a «Nova Herculis 1963», este será el primer planeta descubierto fuera del sistema solar por métodos ópticos, pues hasta la fecha la existencia de alguno de ellos en torno a otras estrellas se conoce únicamente gracias a las irregularidades observadas en los movimientos propios de las mismas, previa aplicación del calculo de masas según la formula ensayada con tanto éxito por Leverrier, y luego por Tombaugh, para descubrir los' planetas Neptuno y Plutón.
Esta información parece confirmar en principia la referida hipótesis de la creación continua, formulada par Fred Hoyle. Pero, hablando de «principios», he aquí las ultimas e interesantes informaciones que ha facilitado la astrofísica sabré la atmosfera primigenia (en el sentido biológico) del gigantesco planeta Júpiter: muchos de los elementos que contribuyen a la creación de la vida y que entran posiblemente en la misma, existen en el planeta Júpiter, según afirmaciones de varios cuenticos de la NASA. E1 profesor Cyril Ponnamperuna y el doctor Fritz Woelier, del Centro de Investigaciones de Ames, cerca de San Francisco, que intervinieron con sendas ponencias en un symposium celebrado por la NASA en Miami (Florida), declararon que sus investigaciones sugieren que la transformación de energía y los procesos químicos que tienen lugar de la turbulenta atmosfera del gran planeta, pueden producir organismos químicos de los que se deriven, a su vez, aminoácidos y núcleos celulares vitales.

Estos procesos son semejantes a los que, según el ruso Oparin, se cree que produjeron la vida en la Tierra. Los mencionados investigadores se sirvieron en laboratorio de descargas eléctricas como fuente de energía, descubriendo que al simular la actividad atmosférica de Júpiter que se supone contiene grandes cantidades de amoniaco y metano- les fue posible construir numerosos bloques de células vivas. Solo se necesita agua para convertir esos bloques en moléculas orgánicas todavía mas complejas. Ahora bien, según la astrofísica, la atmosfera inferior de Júpiter contiene verosímilmente agua liquida, o esto declararon cuando menos los doctores Ponnamperuna y Woeller.
Desde otro punto de vista, y en virtud de la resistencia que algunos organismos terrestres presentan a los extremos rigores del frio y el calor alternados, el doctor Joan Oro admite la posibilidad de que, hasta en astros desprovistos de atmosfera, puedan existir resistentes microorganismos (virus, bacterias o lo que fuere), en cuyo caso, se demostraría que la vida ~como creía el sueco Arthenius, autor de la teoría de la panspermia, o vida universal- esta arraigada en el Cosmos bajo formas muy diversas, siendo incluso posible que los gérmenes vitales viajen a la velocidad de la luz sobre el vehiculo ideal que son los fotones, habida cuenta del descubrimiento (por métodos deductivos) de esporas mucho mas pequeñas que las que permite con microscopio electrónico a .300.000 aumentos (1). 89

Por lo tanto, puede sorprendernos que al astrónomo soviético Vladimir Prokof1ev, del Observatorio Astrofísico de Crimea, detectara oxigeno molecular en las altas capas de la atmosfera de Venus, en 1962 y estudiando el planeta con un potente espectrógrafo especial. Por su parte, dos años después John S.Strong y sus colaboradores de la Universidad norteamericana John Hopkins, durante una ascensión diurna en globo hasta 24,000 metros de altura sobre el desierto de Nuevo Méjico, descubrieron vapor de agua en la atmosfera venusiana. «La cantidad de H2O en dicha atmosfera -declararon los citados científicos sobre su capa de nubes es equivalente a un manto de agua equivalente a  98 micrones de espesor.» Según esto, la cantidad total de vapor de agua existente en la atmosfera de Venus, incluyendo la que esta debajo de la capa de nubes opacas, acaso admita ser comparada con la que posee la atmosfera terrestre. Por lo tanto. sugirió el doctor Strong, «las nubes de Venus bien podrían estar compuestas de vapor de agua como las nuestras, y no de polvo como creen muchos astrónomos».
:Sin embargo, hoy sabemos que las sondas soviéticas tipo «Venera solo registraron un 0,4 % de oxigeno en Venus. Esta disparidad de datos acerca del enigmático mundo venusiano, tal vez demuestra que no podemos fiarnos en exceso de nuestros registros que, sean estos obtenidos por medios astrofísicos o astronáuticos, de ahí el enorme interés de los laboratorios exobio1ogicos en varios países, y en especial en la antigua  Union Soviética y Estados Unidos, como veremos al tratar de Marte.
           

Recojo como punto final de este epígrafe, el siguiente comentario del doctor Joaquin Lizondo (Boletin de la A.A. Aster, septiembre de 1965, pag. 45), que considero suficientemente demostrado las enormes posibilidades biológicas existentes en el Universo ¿Cae mantequilla del espacio? Esta pregunta no es tan fantástica como a primera vista parece, sino que es consecuencia de un detallado informe de tres especialistas norteamericanos. En efecto, los doctores Bartholomew Nagy, Douglas Hennesy y Warren Meinschein, los dos primeros del Departamento de química de la Universidad de Fordham y el tercero de la «Esso Research Co.» de Nueva Jersey, sometieron un fragmento del famoso meteorito de Orgueil (caido en dicha localidad francesa en 1864) al análisis mas refinado que permiten la química y la microquimica actuales. Añadan a esto la espectroscopia en infra­rrojo y ultravioleta, mas la difracción de rayos X, etc., y dirán conmigo que el meteorito fue bien analizado. Pues bien, sigue diciendo el doctor Lizondo-, el resultado del análisis, publicado el 16 de marzo de 1961, fue que el objeto de Orgueil contenía una proporción apreciable de sustancias orgánicas. Eran parafinas (moléculas de carbono-hidrogeno muy complejas). De entre ellas, las mas abundantes correspondían alas moléculas de 19, 21 y 23 átomos de carbono, exactamente como en el caso de los grupos de parafinas sintetizadas por las funciones vitales terrestres. Uno de los compuestos era "primo" de una hormona sexual; el otro pariente del colesterol, muy conocido ahora del gran publico. Los máximos observados en los grupos carbonados impares, son semejantes a los que posee la mantequilla.»
Y el doctor Lizondo, después de esta breve exposición, se preguntaba muy lícitamente: «~Demuestra esto que hay vida fuera de la Tierra? ~O que ha existido vida fuera de la Tierra? Las conclusiones de los especialistas americanos necesitan ser confirmadas y discutidas, pero nosotros debemos aceptarlas en su generalidad. Descubrir huellas orgánicas sobre un fragmento de lo que fue el planeta "Faeton",(Marduk) es asombroso. Es asi que el planeta transmarciano era portador de vida antes de su cataclismo, en el momento en que nuestra vida sobre la Tierra emprendía su larga y paciente conquista de los continentes.




Saludemos con una gran inclinación a estas humildes piedrecillas que nos caen algunas veces del cielo, pues son las mensajeras de la información mas grandiosa que pueda darse: la vida existe en todas partes, siempre existió y siempre existirá.»
Hoy se conocen 19 meteoritos carbonaceos (llamados condrita); sobre un millar, aproximadamente, de meteoritos petreos estudiados y analizados en laboratorio por el hombre. Según Charles Noel Martin, «si sus microestructuras examinadas proceden realmente de una vida extraterrestre, la semejanza química con formas de vida telúrica sorprende, a decir verdad. Dos posibilidades interesantes se presentan:
1ªO bien la vida apareció en diferentes partes del sistema solar, con una evolución química semejante.

Y 2.ª O bien la vida se desplaza conservando su unidad, de un punto a otro del sistema solar.



Sabremos lo que hay que responder a estas cuestiones cuando dentro de pocos decenios el hombre haya puesto el pie en cuerpos celestes» (Charles-Noel Martin, El Cosmos y la Vida  , Enc.. Horizonte. Plaza & Janes, Barcelona, 1969, pag. 247).








ORIGEN DE LA VIDA


ORIGEN DE LA VIDA
El origen de la vida es una de las incógnitas que ha dado lugar a numerosas doctrinas y teorías a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, la teoría postulada por Oparin en 1924 se considera la primera coherente sobre el origen de la vida en la Tierra. En el fragmento siguiente correspondiente a la introducción, el autor expone brevemente el planteamiento de su teoría con respecto a las existentes hasta entonces.
Fragmento de Origen de la vida sobre la Tierra.
De A. I. Oparin.
Introducción.
La cuestión relativa al origen de la vida, o aparición sobre la Tierra de los primeros seres vivientes, pertenece al grupo de los problemas más importantes y básicos de las Ciencias Naturales. Toda persona, cualquiera que sea su nivel cultural, se plantea este problema más o menos conscientemente, y, de mejor o peor calidad, producirá una respuesta, ya que sin ella no puede concebirse ni la más rudimentaria concepción del Mundo.
La Historia nos muestra que el problema del origen de la vida ha atraído la atención de la Humanidad ya desde los tiempos más remotos. No existe un sólo sistema filosófico o religioso, ni un solo pensador de talla, que no haya dedicado la máxima atención a este problema. En cada época diferente y durante cada una de las distintas fases del desarrollo de la cultura, este problema ha sido resuelto con arreglo a normas diversas. Sin embargo, en todos los casos ha constituido el centro de una lucha acerva entre las dos filosofías irreconciliables del idealismo y el materialismo.
Hacia comienzos de nuestro siglo, esta lucha no solamente no amaina, sino que adquiere renovado vigor; ello debido a que las Ciencias Naturales de entonces eran incapaces de encontrar una solución racional y científica al problema del origen de la vida, a pesar de que en otros terrenos se habían logrado tan brillantes éxitos. Se había entrado, por así decirlo, en un callejón sin salida. Pero un tal estado de cosas no era fortuito. Su causa residía en el hecho de que hasta la segunda mitad del siglo pasado todos, casi sin excepción, se habían obstinado en resolver este problema basándose en el principio de la generación espontánea. Es decir, con arreglo al principio según el cual, los seres vivos podrían generarse no solamente a partir de los semejantes suyos, sino también de una manera primaria, súbitamente, a partir de objetos pertenecientes a la Naturaleza inorgánica, disponiendo además, ya desde el primer instante, de una organización compleja y perfectamente acabada.
Este punto de vista era defendido tanto por los idealistas como por los materialistas, limitándose las discrepancias exclusivamente a las causas o fuerzas que condicionaban aquella génesis.
Con arreglo a los idealistas, todos los seres vivientes, incluyendo al hombre entre ellos, habrían surgido primariamente dotados de una estructura poco más o menos igual a la que hoy en día poseen gracias a la acción de fuerzas anímicas supramateriales: como resultado de un acto creador de la Divinidad; por la acción “confirmadora” del alma, de la fuerza vital o de la entelequia, etc. En otras palabras, sería siempre el resultado de aquel principio espiritual que, según los conceptos idealistas, constituye la esencia de la vida.
Por el contrario, los naturalistas y filósofos de fibra materialista partían de la tesis, según la cual, la vida, lo mismo que todo el universo restante, es de naturaleza material, no siendo necesaria la existencia de principio espiritual alguno para explicarla. En consecuencia, al ser la generación espontánea un hecho autoevidente para la mayoría de ellos, la cuestión se limitaba a interpretar este último fenómeno como el resultado de leyes naturales, rechazando toda ingerencia por parte de fuerzas sobrenaturales. Creían así que la manera correcta de resolver el problema del origen de la vida consistía en estudiar, con todos los medios al alcance de la ciencia, aquellos casos de generación espontánea descubribles en el medio natural o inducidos experimentalmente.
Sin embargo, diversas observaciones y experiencias cuidadosamente efectuadas y, muy en particular, las investigaciones de Luis. PASTEUR, demostraron definitivamente lo ilusorio que era el propio “hecho” de un surgimiento súbito de los seres vivos, aun los más elementales, a partir de materiales inertes. Quedó establecido con absoluta certeza que todos los hallazgos previos de casos de generación espontánea habían sido simplemente el fruto de errores metodológicos, de un planteamiento incorrecto de los experimentos o de una interpretación superficial de los mismos.
Esto privó de todo punto de apoyo a los naturalistas que veían en la generación espontánea el único medio posible de originarse la vida. Los descubrimientos de PASTEUR les negaban toda posibilidad de resolver esta cuestión por vía experimental. Ello les condujo a conclusiones elevadamente pesimistas, cual fueron el afirmar que el problema del origen de la vida está “maldito” o que es insoluble; que el ocuparse de él es impropio de un investigador serio, constituyendo solamente una pérdida de tiempo.
Como resultado de ello, numerosos naturalistas de nuestro siglo experimentaron una profunda crisis de ideas. De esta manera, algunos de entre ellos procuraban a toda costa evitar esta cuestión, sugiriendo, por ejemplo, que la vida jamás habría tenido principio y que los primeros seres vivos habían sido trasplantados a la Tierra desde algún punto exterior: desde la superficie de planetas más o menos lejanos. Otros naturalistas pasaron a ocupar posiciones francamente idealistas y consideraron a este problema como patrimonio de la Fe y no de la Ciencia.
Por supuesto, la causa de esta crisis no estaba en la esencia del problema en cuestión, sino en el procedimiento metodológicamente incorrecto con que se intentaba resolverlo.
El mérito enorme de DARWIN ante la Biología estriba en haber roto con el método tradicional, metafísico, utilizado para resolver la cuestión del origen de las actuales especies animales y vegetales. DARWIN puso en claro que los seres vivos elevadamente organizados han podido surgir solamente como resultado de un prolongado desarrollo; gracias a un proceso de evolución de los organismos, en cuyo transcurso las formas más primitivas se convierten en otras más elevadas. La aparición del hombre o de cualquier otro organismo altamente organizado resulta inconcebible fuera de este proceso de evolución, a menos que se recurra a la intervención de factores sobrenaturales o espirituales de uno u otro tipo.
Con respecto al origen de la vida misma y de los seres vivos elementales (progenitores de todo lo viviente en este planeta), las Ciencias Naturales de la era post-darwiniana continuaron, sin embargo, utilizando aquel mismo enfoque metafísico que anteriormente había sido aplicado también al caso de los seres vivos altamente organizados. Vemos así que, incluso después de DARWIN, se pretendía explicar el origen de la vida prescindiendo totalmente del concepto de una evolución general de la materia. El origen de la vida era concebido como un acto de generación súbita y espontánea de organismos, donde aun los más sencillos aparecerían ya dotados con todos los atributos complejos de la vida. Desgraciadamente, este planteamiento del problema se hallaba en radical contradicción con la experiencia y con los hechos, por lo que no podía conducir a otra cosa que a la decepción más amarga.
Ante nosotros se abren perspectivas por completo diferentes si planteamos este problema en términos dialécticos y no de una manera metafísica; basándonos para ello en el estudio de aquella evolución gradual de la materia que precedió a la aparición de la vida y condujo a su nacimiento. La materia jamás permanece en reposo, sino que se halla en constante movimiento, se desarrolla y, a través de este desarrollo, pasa de una forma de movimiento a otras nuevas, cada vez más perfectas y complejas. La vida, concretamente, representaría una forma especial, muy complicada, de movimiento de la materia, que habría surgido como propiedad nueva en una determinada etapa del desarrollo general de la materia.
Ya hacia finales del siglo pasado, F. ENGELS había considerado el estudio histórico del desarrollo de la materia como el método más adecuado para resolver el problema del origen de la vida. Sin embargo, sus ideas no obtuvieron un eco suficientemente amplio en los ámbitos científicos de la época.
Aun incluso durante los primeros decenios de nuestro siglo eran todavía muy escasos los naturalistas que defendían en sus obras un origen evolucionista de la vida. Por añadidura, estas apologías estaban expresadas en términos demasiado imprecisos, por lo que resultaron impotentes para vencer el atascamiento que, con respecto al origen de la vida, imperaba entonces en el campo de las Ciencias Naturales.
Ha sido tan sólo en nuestra época, partiendo de una generalización del abundante material acumulado por las Ciencias Naturales durante el siglo XX, cuando se ha logrado trazar un bosquejo del desarrollo evolutivo de la materia, llegándose incluso a precisar las etapas probables que este proceso ha seguido hasta la aparición de la vida. A consecuencia de ello, han quedado abiertas grandes posibilidades para el estudio experimental del problema de la biogénesis. Pero actualmente ya no se trata de tentativas desesperadas para sorprender o descubrir casos de generación espontánea de organismos sino de estudiar y reproducir en el laboratorio los fenómenos que tienen lugar durante el desarrollo evolutivo de la materia.
Tal estado de cosas ha tenido como consecuencia un cambio radical en la actitud de los naturalistas hacia el problema del origen de la vida. Si anteriormente, durante casi toda la primera mitad del siglo XX, este problema se hallaba excluido casi totalmente del campo de las Ciencias, siéndole dedicada una atención mínima en la literatura científica mundial, en la actualidad le son consagrados numerosos artículos y libros, informes y comunicaciones acerca de trabajos experimentales. Ahora ya no nos conformamos con un estudio especulativo de la historia de aquellos fenómenos ocurridos en nuestro planeta en una época determinada. En la actualidad queremos comprobar experimentalmente nuestras hipótesis: reproducir artificialmente las diversas etapas del desarrollo histórico de la materia y, en último término, sintetizar vida. Pero esta vez, sin embargo, no ya siguiendo el largo y tortuoso sendero recorrido por la Naturaleza hasta la consumación de esta síntesis, sino que procuraremos reconstruir deliberadamente la organización que encontramos, ya acabada, en los seres vivos actuales.
No cabe duda alguna que ésta es una tarea de complejidad excepcional. No obstante, la Ciencia de nuestros días se halla en condiciones de, al menos, plantear la cuestión de una manera efectiva.
En las líneas que siguen procuraremos exponer, en primer lugar, las diversas rutas seguidas por el intelecto humano en su empeño por resolver el problema de la biogénesis. Presentaremos de manera sucinta toda la serie de doctrinas y teorías elaboradas en el transcurso de muchos siglos. Nuestra principal atención estará dedicada, sin embargo, a describir el plan de desarrollo gradual de la materia, que, según nuestro criterio, condujo a la aparición de la vida en este planeta.
Fuente: Oparin, A. I. Origen de la vida sobre la Tierra. Traducción y revisión de Jorge Asensio Peral. Madrid: Editorial Tecnos, 1979.

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«HUMANIDADES DEL COSMOS»

LAS «HUMANIDADES DEL COSMOS»: LOS TRES GRUPOS DE KARDACHEV

Una noticia divulgada con retraso el 13 de abril de 1965 por los radioastrónomos del Instituto Sternberg de Moscu, hada referencia a la posibilidad de haberse detectado un mensaje inteligente emitido por un lejano objeto sideral conocido por las siglas CTA-102.
Aparte de las contradicciones a que posteriormente dio origen dicha noticia, se sabe que los rusos, y particularmente Nikolai Kardachev, trabajando al parecer con ondas de .38 centímetros, descubrieron en la radiofuente conocida por CTA-102 una osci­laci6n peri6dica que se repite cada den días justos, con una disminución del 20 % de la energía emitida a intervalos que siguen en estudio.
EI profesor Allan Sandage, de Monte Palomar, considero que dicho foco emisor es 100.000 millones de veces mas potente que nuestro Sol.
Todas las señales procedentes de CTA-102 fueron sometidas al análisis de los cerebros electrónicos, después de lo cual que­d6 demostrado que esa fuente emisora nos enfrenta con un fenómeno realmente inexplicable, pues que sepamos, hasta la fecha no se conocía en todo el Universo ningún objeto capaz de generar tales ondas de radio, a excepción, quizá, de las galaxias llamadas «compactas» y de los extraños objetos conocidos por «pulsars» (o pulsares), de los que no tratare en este libro por razones de espado y porque un estudio algo detenido de los mismos nos alejada sin duda de nuestro tema.
Centrándonos pues en el caso de CTA-102, yen vista de todo lo que acabo de exponer, no debe sorprendernos lo mas mínimo que los astrofísicos se quedaran absolutamente perplejos. Y de ahí la primera pregunta, que casi suena a dramática en su intensa formulación: ¿Es posible que exista una, llamémosla civilización, capaz de radiar con tan inusitada potencia sus enigmáticos mensajes? Es preciso confesar que no lo sabemos. Pero de todos modos, en el caso de existir una civilización semejante, no podríamos ponernos en contacto con ella a causa del tiempo que han de emplear forzosamente las ondas de radio para cubrir la distancia que nos separa de CTA-102! Dicho de otro modo: si en CTA­102 hay seres superinteligentes, en realidad estos cursaron su mensaje (descubierto en 1965) hace millones de años. o sea, que existían entonces, y hoy, a pesar de la recepción de su mensaje, no podríamos asegurar que continúen existiendo. Por consiguiente, para nosotros serian como si jamás hubieran nacido... excepto para confirmar en pasado (aunque el mensaje lo hayamos registrado ahora, en nuestro presente) su presencia en un lugar del Cosmos. Esto se explica en virtud de la distancia de millones de años-luz que parece debe asignarse al objeto conocido por CTA-I02.
Mas el hecho cierto e indiscutible es que CTA-102, por las razones que fueren, es un objeto capaz de generar ondas de tal potencia que resultan poco menos que inexplicables: y ello es
así, tanto si aceptamos la hipótesis de que dichas ondas han sido generadas por seres inteligentes, como si buscamos una explicación natural al apasionante fenómeno. (Por que? Por la «sencilla» razón de que, según Kardachev, no es todo el conjunto de CT A-I02 el que emite con tan insólita potencia, sino que esta se halla concentrada en un solo y minúsculo punto (o tal vez alrededor de el), como si tales ondas estuviesen polarizadas. De modo que resulta innecesario buscar su explicación en las inten­sas emisiones del hidrogeno interestelar, o de las galaxias «compactas», y existe la sugestiva tentación de pensar que nos hallamos ante las primeras manifestaciones de señales inteligentes que, sin embargo, no podemos explicar fácilmente, en orden al formidable caudal energético que revelan...
A pesar de ello, cabe añadir que en 1964 el propio Kardachev ya llamo la atención del mundo científico sobre CTA-I02, y no fue debidamente escuchado a la sazón. Por entonces, al tratar del periodo de cien dias descubierto por el como pulsación especifica de la citada radiofuente (que todavía no sabemos con seguridad si es galáctica o extragaláctica, aunque parece mas lógico suponer esto ultimo), Kardachev dijo que había estudiado matemáticamente y de acuerdo con las curvas registradas tras la exploración de algunas radiofuentes estelares, la posibilidad de que ciertas emisiones procedentes del Cosmos fuesen de origen artificial, es decir, obra de seres inteligentes. Y, refiriéndose alas eventuales «supercivilizaciones» del espacio, esbozo una interesante teoría sobre los tres grupos que el consideraba como posibles de detectar desde la Tierra. Helos aquí:

       GRUPO I: Civilizaciones cuyo nivel tecnológico seria semejante al que hemos alcanzado en nuestro planeta.
    
     GRUPO II: Civilizaciones que ya hubieran dominado y se sirvieran- de la energía de su sol, o de un potencial energético equivalente al de su sol.

GRUPO III: Civilizaciones que habrían sido capaces de servirse, previo un gran dominio técnico, de recursos y medios energéticos equivalentes a los de toda una galaxia!
El caso de CTA-102, con su colosal energía radiante equivalente a 100.000 millones de soles, es indudable que se acerca mas alas posibles civilizaciones del Grupo III, que a las de los Grupos I y II.
A propósito de ello bastara recordar que una galaxia corriente, como nuestra Vía Láctea, se calcula que tiene un promedio de 100.000 a 200.000 millones de soles, de modo que desde este hipotético punto de vista, el misterioso objeto emisor situado en CTA-102 confirmarla, a priori, los cálculos mas atrevidos de Nikolai Kardachev.
Pero es posible concebir una civilización capaz de dominar la Naturaleza hasta tal punto? Por que no se han descubierto en CTA-102 y en otros objetos, nuevas modulaciones, es decir, una gama mas fina -digamos mas intelectual- en la supuesta red de emisión? No sabemos nada, y solo podemos añadir que nos enfrentamos con un enorme y fascinante misterio.
¿Que hemos de pensar entonces? Y como actuar, que hacer? Pues no cree necesario subrayar que el problema planteado vale la pena de solicitar nuestra total atención. Ahora bien, se trata de un problema solucionable, quiero decir, de un problema a nuestro alcance, apto para una solución humana, o sea a nivel de las posibilidades del cerebro y la ciencia del actual hombre terrestre? El profesor Yosiv Shklovski, en una rueda de Prensa convocada en Moscu, prometió la solución del enigma a base del siguiente plan de trabajo:
---; Confirmación del carácter variable de la señal de CTA­102, estudiando el lejano objeto con otras longitudes de onda.

- Realización de nuevas observaciones sobre la -naturaleza y origen de las señales, procurando precisar su índice de polarización (es decir, averiguar si las señales se originan, como parece, en un punto muy pequeño, cuanto mas pequeño, mejor­,que permitiría situar su foco y demostrar que las señales proceden, no ya del «objeto» CTA-102 considerado en su conjunto, ni tan solo de un punto estelar, sino de una orbita vecina: de un invisible planeta suyo)