NO ESTAMOS SOLOS EN EL COSMOS.
Encontré estos interesantes documentos
escritos al respecto en el siglo pasado por Marius Lleget y que ahora adquieren una gran importancia
por lo que contienen.
LOS SERES DEL ESPACIO: LA VIDA EN EL UNIVERSO
No pretendamos encontrar necesariamente, vida exactamente como la
conocemos en la Tierra ,
podría haber formas inteligentes muy diferentes, pero muy diferentes a nosotros
y mas avanzado no solo en inteligencia y tecnologia, sino espiritualmente que
nosotros )
«Nos sentimos irresistiblemente atraídos por la idea de que en alguna
parte del Universo pueda haber seres un poco inferiores a los ángeles, y a los
cuales el hombre podría considerar como sus iguales o acaso sus superiores.»
Sir Arthur S. Eddington (<<La naturaleza
del mundo físico»)
Si los Akpalus eran o no como una especie de «hombres peces», si existió
realmente o no el fabuloso Oanes, si los «ángeles» que visitaron a la familia
de Lot en Sodoma entran o no en la bellísima idea de Eddington que encabeza
estas líneas, si Carl Sagan, Shklovski, Agrest, Kazantsev, Kardachev y muchos
mas están en lo cierto cuando teorizan -no sin fundamento- en la posible visita
de seres espaciales a la Tierra ,
tal vez sea un argumento demostrable por la ciencia moderna, a través de sus ramas
mas conspicuas: Exobiología, Astrofísica y Radioastronomía. Entendámonos:
demostrable por vía indirecta, en hipótesis y por extrapolación de determinadas
e interesantes experiencias de laboratorio. Pero, si es así (o si así nos lo
parece a nosotros), entonces apenas si sabría dudar de que el Universo por
decirlo de algún modo- ha estado casi permanentemente en contacto con nosotros,
con el hombre de este planeta, desde los primeros tiempos y por supuesto,
durante todos los tiempos. Es decir, que las crónicas del pasado consideradas
tantas veces por la ciencia oficial como simples leyendas, en las que se
mencionan hechos insólitos relacionados con el espacio y se relatan extrañas
historias maquinas voladoras y de seres «que no son de este mundo», crónicas
-repito- se sostienen como una catedral sobre ,profundos cimientos, y poseen, también
como una catedral, raíces mucho mas profundas en el espíritu del hombre de lo
que la fría ciencia sepa capaz de comprender y hasta de demostrar.
Pero he aquí que una demostración de lo que pudo acontecer antaño la
podemos buscar, también, en lo que puede estar sucediendo hoy mismo, ahora mismo,
en el inconmensurable universo estelar. Porque la exobiología, la astrofísica y la
radioastronomía son capaces, por ejemplo, de proporcionarnos datos fidedignos y
además demostrativos (o cuando menos positivos) respecto a la realidad de la
vida en el Universo actual, ni que decir de que todo cuanto hemos dicho
respecto a las edades pasadas quedaría automáticamente revalorizado. El autor
se inclina a pensar que es así, y por eso comenzó a escribir esta obra
(capitulo primero) bajo el epígrafe de
«El pasado como clave del turo».
Porque el Universo, como la vida misma, es una esencia, quizá mejor un
verbo como ya dijo Heráclito de Éfeso un verbo que se conjuga, naturalmente, en
pasado, presente y futuro. ¡Una historia completa en la dirección de la flecha
del ~tiempo!
Como por ejemplo, lo que paso a las Ciudades de Sodoma y Gomorra pudo
tener mucho que ver con «lo» espacial ~con seres procedentes de otros mundos mismo
modo que ahora, en la recta final de nuestro tecnológico siglo XX, el Universo
puede presentársenos cualquier día nuestra propia casa, siempre, claro esta, que
entendamos por universo a los seres inteligentes de otros planetas y que esos seres
se decidan a hacer su aparición aquí en la Tierra , una vez mas.
Hay, sin embargo, un aspecto a distinguir en esa posibilidad. es que,
como apunta Sagan, probablemente no se tratara, en nuestro siglo, de los mismos
seres planetarios que nos visitaron en épocas
precedentes y no tendrían nada que ver con los, Akpalus o quienes quiera que fuesen
los que ya parece que anduvieron por tierras del Próximo Oriente y por otros
lugares del planeta, y fueron los causantes, según Agrest y otros autores de la
fulminante desaparición de Sodoma y Gomorra.
Pues se da el caso de que, estadísticamente considerado el problema, la Tierra podría ser visitada
cada cinco o diez milenios según ya hemos visto) y tal vez cada 1.000 años, aproximadamente,
según los datos mas recientes extrapolados de la astrofísica. Porque en dichos cálculos
entran en juego todos los planetas posibles, y no uno solo, y se parte
de la base de que, normal y lógicamente, «ellos» nos descubren cada vez, porque
se rata de civilizaciones que necesariamente no tienen contacto entre si, del
mismo modo que tampoco lo tenían con nosotros antes .de descubrirnos en sus
misiones de exploración.
Creo que parece lógico, ,no?, de forma que no es preciso asistir sobre
estas consideraciones.
Vayamos, pues, al encuentro de los datos modernos en busca e la prometida
demostracion, por vía indirecta, de que cualquier dato positivo sobre 1a vida
universal hoy presente (o coordenadas y tenida como presente) en e1 amplio
Cosmos, nos seriar de punto de apoyo para sostener con datos científicos en la
mano hipótesis comentadas precedentes. . para ello, pediremos el concurso de la
exobiología, apoyada en datos astrofísicos y estudios radioastronómicos.
EXOBIOLOG1A: UNA CIENCIA MODERNA QUE PUEDE ECHAR UN POCO DE LUZ SOBRE
NUESTRO PASADO...
Se da el nombre de Exobiologías a1 estudio de la vida extraterrestre,
ya sea en 1aboratorio, reproduciendo lo mas exactamente: posible las
condiciones que se cree existen en otros planetas,
bien por medios teóricos (biónica avanzada, gnotobiologia) y .o bien por onda, mediante el empleo
de potentes radio telescopios que «escuchan» en 1a noche, en espera de captar
un mensaje :revelador de la vida inteligente en cualquier punto del espacio. Las dificultades con que nos enfrentamos
al tratar de exobiología son muchas. Pero contamos con el concurso de los
astrofísicos para iniciar con buen pie nuestro estudio. Por lo tanto, de buenas
a primeras invito al lector a meditar en los siguientes datos que, en cierta
medida, equivalen a toda una declaración de principios.
Las posibilidades para que dos átomos combinándose de un modo
determinado den lugar a la vida -dicen los biólogos- son : una contra un billón.
Pero las estrellas del Universo conocido -nos dirán los astrofísicos- suman 10
elevado a la 20, lo cual equivale a decir que, en un numero igual a 10 elevado
a 8, o sea en una cantidad de 100
millones de soles, las estrellas poseen planetas comparables a los del sistema
solar, y que en muchos .e ellos la vida es, por lo tanto, teóricamente posible.
Por lo menos, esta es la proporción entre ambos cálculos, desde luego aproximativos.
Dicho en otros términos: en teoría, los planetas estelares existen en proporción
fabulosa, repartidos por todo el Universo estrellado; y en algunas de sus
superficies se manifiesta -o debe de manifestarse, según tales apreciaciones-
«algo» que solo puede ser sinónimo de vida (dos átomos combinándose de un modo
determinado para dar lugar al fenómeno vital). Piense el lector que las
primeras cifras que hemos barajado --10 elevado a 20- ¡son del orden de los
trillones!...
Si Venus parece demasiado joven y Marte excesivamente viejo, y en el
sistema solar (como cree Hermann Oberth) solo existimos nosotros como
representantes del pensamiento, se trata de una cuestión no suficientemente
aclarada todavía. Pero en principio la admitiremos, recordando de paso que el
sistema solar y su formidable radio de 6.000 millones de kilometros solo significan
una minima parte del Universo. Y es que, según demostraron Schelessinger y
Herzsprung, existen millones de familias planetarias semejantes a la nuestra
esparcidas por toda la vastedad de los dominios galácticos y, por extensión,
hasta los mas remotos confines del espacio.
Siendo así no puede cabernos la menor duda, solamente fundándonos en
los principios elementales de la filosofa -es decir, trascendiendo el método matemático
a nivel de analogía lógica- de que el Universo se halla poblado de especies
inteligentes en numero, si no en proporcion, muy considerable. Pues el método matemático
empleado por los mencionados astrónomos si bien se limito alas estrel1as
vecinas, eligiendo particularmente las clases espectrales G y K, constituyo un
autentico Poll
Gallup universal pro-vida cósmica; y en buena 1ogica es susceptible de ser
aplicado a la totalidad de la
Galaxia e, interpolando los resultados, a todas las galaxias
del Universo.
En efecto, la astrofísica ya dispone de elementos para demostrar que,
por lo menos, una estrel1a de cada seis posee una familia de planetas girando a
su alrededor (y digo por lo menos, porque para abreviar este calculo no hagan
entrar a los sistemas dobles, que últimamente se ha demostrado son mucho mas
abundantes de lo que se pensaba).
Ahora bien, tengamos presente que solo una de cada veinte estrel1as
pertenece, en nuestras regiones galácticas, a tipos espectrales
correspondientes a la clase solar G (diez
tipos, con subíndices indicadores de su desarrollo desde 0 a 9), siendo el Sol una
estrella de edad bastante avanzada y perteneciente a la clase G-2. No obstante,
la proporción de estrellas que consideramos aptas para permitir el desarrollo
de la vida en los mundos de su sistema, admite ser considerablemente ampliada.
máxime, si extendemos nuestras consideraciones a los soles de la clase K, pues
las estrellas de las clases G y K parecen ser las mas indicadas para dar lugar
a esa suerte de milagro que es la vida intelectual (es decir, para dar lugar a
su mantenimiento).
Además, para nuestro proposito conviene tener presente que ya Sir
Harold Spencer Jones se refirio, bastantes años atrás, a las posibilidades de
la química orgánica extraterrestre que, por ser tantas y mal conocidas, abren
grandes horizontes a nuestra capacidad de interpretacion, cuando tratamos de
las posibles formas de vida superior e inteligente en el Cosmos. El gran
astrónomo ingles, se fundo en sus especulaciones en teorías exobiológicas que
aceptan el silicio, en lugar del carbono, como base de la química orgánica. Aquí
en la Tierra
son los carbohidratos la base de la vida superior, pero el silicio tiene
tambien posibilidades que en nuestro mundo no pasan de ser teóricas y que no
sabemos hasta que punto pueden ser reales en otros planetas., 81
Con esto no pretendamos encontrar necesariamente, vida exactamente como
la conocemos en la Tierra ,
podría haber formas inteligentes muy diferentes, pero muy diferentes a nosotros
y mas avanzado no solo en inteligencia y tecnologia, sino espiritualmente que
nosotros )
Y quien dice silicio, dice otros elementos, sin despreciar los primigenios,
como el metano y el amoniaco por ejemplo. Lo que sabemos, es si tales supuestos
cambios de metabolismo posibilitan, o no, el desarrollo de especies
inteligentes, o superinteligentes, al estilo de los seres imaginados por Sir
Arthur S. Eddingn, cuando escribió: «Nos sentimos irresistiblemente atraídos por
la idea de que en alguna parte del Universo pueda haber res un poco inferiores
a los ángeles, y a los cuales el hombre se podría considerar como sus iguales o
acaso sus superiores.»
ESPACIO, TIEMPO Y VIDA: CUANTAS GALAXIAS XISTEN EN UN RADIO DE 20.000
MILLONES DE AÑOS-LUZ?
Abandonemos como el Dante toda esperanza.de indagar si los semiangeles
respiran flúor, o sienten correr el rojo silicio en sus delicadas venas. Pero,
llegados a este punto, es bueno recordar que solo en la Vía Láctea , o Galaxia
de la que formamos parte, existe la fabulosa cantidad de 200.000 millones de
soles hermanos del que nos ilumina. Resultado apriorístico, pero así mismo
fundamental de las anteriores consideraciones, es que en nuestro grupo de
nebulosas conocido por Universo Local pueden existir mas de 10.000 millones de
soles de la clase G (con toda su gama de diez subíndices); soles que en una
proporci6n del 1:6, o sea alrededor de 1.700 millones solo para nuestras vecindades»
galácticas, se hallan virtualmente en condiciones tener planetas parecidos a los
que giran en torno a nuestro astro del día. Por consiguiente, es mucho suponer
que en algunos de esos millones de planetas existan seres mas o menos semejantes
al hombre? En principio, las posibilidades de que sea imprácticamente parecen
ilimitadas. Pensar lo contrario, casi equivaldría a negar la misma existencia
del Universo.
Otra pregunta: si el Universo cognoscible, o sea hasta el último
quasar, parece que puede extenderse hasta un radio de 20.000 millones de años-Luz,
cuantos millones de galaxias semejantes a la nuestra existirán en tan dilatado
volumen de espaciotiempo? Razonando correctamente, tendríamos que multiplicar
por una elevada potencia el número de las posibles Tierras del espacio. Este es
el resultado final a que nos conduciría un burdo planteo del magno problema de
la vida en los mundos estelares. Pero hemos de considerar otros aspectos
fundamentales de tan interesante cuestión.
Para que la vida superior e inteligente se manifieste, desarrolle y
evolucione alcanzando un elevado grado de perfección, se requiere un ambiente
favorable y tiempo: mucho tiempo. Es obvio, pues, que no todos los planetas del
Universo pueden ser Tierras como la nuestra. Pero, asimismo, volviendo la oración
por pasiva, no todas las Tierras del espacio se hallaran a nuestro mismo nivel
intelectual, sino que muchas de las especies que ahora viven y se desarrollan y
progresan en el ancho Cosmos -como creen Shklovski y Kardachev~ ya lo habrán
superado hace miles, tal vez millones, de años, o de siglos...
El tiempo es, en cada mundo, un factor local y relativo. No todos los
seres inteligentes del Cosmos pueden ser coetáneos. Y, si millones de Tierras
que un día pudieron ser cuna de grandes civilizaciones hoy han desaparecido,
porque en realidad nacieron mucho antes que nosotros, ahora deben de existir en
todo el Universo y en estado potencial otros tantos millones de mundos que un día
albergaran a seres inteligentes, tal vez capaces de construir catedrales como
nosotros y de lanzar astronaves al espacio todavía inexplorado. Con lo cual
vemos que la historia de la
Tierra es susceptible de repetirse en multitud de puntos del
Universo y en tiempos tan distintos como los espacios que servirán de morada a
la continua creación que es el Cosmos, según la teoría formulada por el astrofísico
ingles Fred Hoyle.
Pero no teoricemos alegremente. Es obligado reducir cifras si queremos
obtener un resultado positivo, o sea objetivo y «actual» a la vez, es decir,
que nos permita tratar de mundos coetáneos al nuestro, en los cuales la vida
superior se manifieste en nuestro mismo ahora, aunque nos separen de
ellos un buen puñado de años-luz. Lo malo es que, en dicho caso, se tratarla de
dos ahoras relativizados por las distancias. Sin embargo, ese factor no
condiciona en modo alguno e1 hecho vital, y esto es lo importante. Así, de los
1,700 millones de soles con planetas teóricamente habitables (solo en nuestra
Galaxia) debemos restar, aparte de los mundos ya desaparecidos, las humanidades
que en este preciso momento terrestre no se hallaran suficientemente evolucionadas.
El tiempo local y propio de cada mundo desempeña, como vemos, un papel muy
importante en nuestros cálculos. Tanto o mas que las naturales diferencias de
medio ambiente y el sentido o dirección que haya podido tomar una determinada evolución.
De todas formas, aun reduciendo nuestras cifras en orden a dichos factores,
siempre resultara evidente que, ahora mismo (en su exacto lugar
espacio-temporal), existen en la Ga laxia
varios millones de mundos posibles. Y esto es lo importante. Pero prestemos atención
a los siguientes datos:
«Por consideraciones cosmogónicas, estadísticas y evolucionistas -,escribía
R. Urgoiti en la Revista
de Occidente, mayo de 1963, pagina 227- se ha inferido una gran
probabilidad de que, incluso dentro de nuestra Galaxia, existan mas de 100.000
planetas en donde se hayan desarrollado formas de vida semejantes a las que
alberga el nuestro; y que el grado de evolución que hayan alcanzado, sea en
unos casos inferior y en otros superior, al que en este siglo presenta nuestra
cultura. En otras palabras: se supone que en algunos de estos planetas imperan
especies infrainteligentes como cuando los dinosaurios señoreaban la vida
animal de la Tierra-,
y que en otros se haya llegado a niveles de inteligencia, cultura y técnica
superiores a los del hombre actual.»
Llegamos pues en nuestro estudio a dos conclusiones ciertamente
positivas:
1ª." Tierras como la nuestra existen, si bien
ya resulta mas difícil que existan en numero elevado.Y
2ª." Planetas habitados por seres diferentes, por
especies distintas a la terrestre, deben de existir en una proporción
apreciable, cuyo numero absoluto se cifrara en una cierta cantidad del orden de
los millones, concretando el calculo solo a la Vía Láctea.
Por consiguiente, estas cifras son susceptibles de ser elevadas 84
a una potencia N cuando nos referimos a la inconmensurable vastedad de
un Cosmos que, de hecho, para nosotros no tiene limites.
En el primer
caso, se incluyen formas de vida semejantes o paralelas a las que alberga
nuestro planeta, mientras que en el segundo, damos entrada a la ilimitada
capacidad creadora de la Na turaleza , implícitamente
simbolizada en el Verbo -leemos en textos sagrados~ en la hora cero del Cosmos,
cuando dicha creatividad se traduce por el Fiat
Lux inicial. Un inicio, o inauguración, que todavía se repite
hoy -eco eterno de la creatividad con la misma variedad y solemnidad, si hemos
de creer a Hoyle, en innumerables rincones ignorados del espacio. Pues, que
sabemos del espacio real y absoluto? Por ejemplo, {pueden los tripulantes de un
supuesto OVNI proceder de un universo paralelo, o de un mundo en el que realmente
exista la cuarta dimensión, o una quinta?
Con perdón por la
inmodestia, ya en 1958 el autor de estas líneas -que nada sabe, pero que es un espíritu
inquieto, estudioso e intuitivo- se preguntaba: «Una de dos: o los tripulantes
de los "platillos" no son seres como nosotros, dado que son capaces
de soportar durísimas presiones de la gravedad derivados de sus bruscos
desplazamientos, a las que hemos de añadir todavía la aceleración instantánea
del "platillo", o se trata simplemente de seres procedentes de
otro universo (quiero decir de otras dimensiones espacio-temporales) o, en ultima
instancia, de seres que dominan a la perfección los campos de fuerza y son cap
aces de aislarse de toda inercia, en virtud de llevar consigo (con su objeto
volador) su propio campo de fuerza. En cuyo caso, nada tendría de extraño -es
una simple suposición- que los "anunakis (uranidas)" procedieran del
Hiperespacio»(M. LIeget, La conquista del aire y del espacio. Ed. Hispano
Europa, Barcelona, 1958, pags. 284-285).
Todo esto abre a nuestra inteligencia innumerables posibilidades, una
de las cuales es, por adelantado, que el hombre podría ser, en la escala
absoluta del conocimiento, o de la Noos fera reilhardiana,
un simple valor promedio (y aquí entiendo conocimiento y perfectibilidad como
una misma cosa). Claro que a nosotros esta «mediana inteligencia» siempre nos
ha bastado,
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sobre todo a partir de la cultura que definieron al hombre que como
medida de todas las cosas. Pero como apunta sagas mente Santiago Loren “El
tradicional pensamiento deductivo que a formado el pensamiento occidental ha de verse
necesariamente sustituido, en parte por
el pensamiento prospectivo, es decir, por el pensamiento que en lo actual
prefigura el futuro». Y es entonces cuando creemos advertir que nos hallamos en
vísperas de enfrentarnos con una situación inédita y a la vez maravillosa,
susceptible de deparar mayúsculas sorpresas al distraído y consumista hombre
moderno.
Una de ellas por
ejemplo, podría ser el reconocimiento universal -y-a escala planetaria- de que
no estamos solos en el Cosmos, junto con la definitiva comprobación de esa
«astronáutica al revés», como yo la llamo, o sea de «ellos» hacia nosotros, que
hoy solo podemos entrever o intuir a través del
FENOMENO OVNI, o
problema planteado por los Objetos Volantes No Identificados.
Por el momento, parece que ya hemos aceptado a priori esta
«duplicidad» de la astronáutica: hay una astronáutica todavía incipiente, pero
con un gran futuro por delante, que es la nuestra. Y otra, muy antigua en el
tiempo y protagonizada por las humanidades del espacio, que en nuestros días
creemos haber descubierto bajo la forma de Objetas Volantes No Identificadas,
la cual, sin duda, ya existió en mundos hoy desaparecidos y continuara
existiendo en un remoto futuro, cuando la Tierra haya desaparecido, .en mundos que por
consiguiente jamás conoceremos.
Pero esa otra astronáutica, de la cual solo entendemos que esta ahí dedicándose
a explorar el planeta Tierra, actualmente solo se nos manifiesta bajo uno de
sus múltiples probables aspectos y, por ello mismo, tan solo existe en re1acion
a nosotros de modo parecido a como los desconocidos seres que la han heredado
tal vez comienzan a tener noticias mas concretas del hombre terrestre mediante
nuestras primeras sondas tipo «Venera», «Mariner» o «Pioneer».
Que sepamos, en nuestro siglo todavía no se ha establecido un contacto
directo entre «ellos» y nosotros, pero no hay duda
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de una cosa: que si consideramos los enigmas que nos deparan al
respecto la protohistoria y el largo ciclo de observaciones a que parece nos
han venido sometiendo (quizás a. distancia y solo mediante ingenios
teledirigidos) los creadores de los OVNI, llegamos a la conclusión de que el
Universo
es, como reza una antigua inscripción maya,
“La morada de seres «hijos del barro», pero también del cielo
estrellado”.
Entonces, los ángeles de Eddington se convierten en simples mensajeros,
de acuerdo con la verdadera acepción del vocablo anggelos. Mensajeros
o visitantes, astronautas en definitiva, o sea: seres inteligentes que, como
suponen tantos cien tincos (Shklovski entre ellos), pueblan los astros
innumerables y se desplazan por el Universo a bordo de poderosos vehículos
espaciales. Existen indicios muy serios que nos autorizan a tratar de las
«civilizaciones del Cosmos», de los «señores de la Galaxia », de los «ingenieros»
de Dyson y de los faros de tecnecio, aunque puedan parecer exageradas tales
aseveraciones, o poco menos que lindantes con los dominios de la noción
científica. Pero, ,hay algo mas fantástico que la misma realidad, cuando se
examina el Universo con un poco de imaginación para «engrasar» nuestra ciencia?
Recordemos aquellas hermosas palabras de Beaumarchais:
“El azar hizo las distancias .solo
el espíritu puede cambiarlo todo”.
APORTACION ASTROFÍSICA A LA EXOBIOLOG 1A:
¿SE REPETIRA EN JUPITER EL
«MILAGRO DE ADAN», ES DECIR, LA APARICION DE
VIDA
INTELIGENTE?
Stephen H. Dole, jefe del Grupo de Ingeniería Humana de la Rand Corporation
de California y miembro del Instituto americano de Astronomía y Astronáutica,
en su. obra Planetas habitables 87
(Nueva Col.
Labor. Barcelona, 1968), define así a la exobiología: «Estudio de las formas de
vida extraterrestres; el diseño de experimentos dirigidos a los intentos de
descubrir formas de vida que se hayan originado en cualquier parte del Universo.
La astrofísica ha contribuido con importantes datos al desarrollo
inicial de la exobiología, entre los cuales seleccionare los siguientes.
La popular estrella «Nova Herculis 1963», que llego a ser perfectamente
visible a simple vista como una de las mas brillantes del firmamento, y cuya
luminosidad después del paroxismo fue decreciendo hasta encontrarse a comienzos
de 1965 en la 12,9 magnitud fotográfica, ha sido objeto de un importante
descubrimiento por parte del astrónomo húngaro Almar, de Budapest, empleando un fotómetro fotoeléctrico
acodado al reflector de 48
pulgadas del observatorio italiano de Assiago. Almar, advirtió
que la mencionada estrella experimenta eclipses parciales que disminuyen su
intensidad en 0,1 magnitudes, con una duración de 40 minutos y un periodo todavía
no bien determinado. Tal fenómeno significa la existencia en torno a la estrella de un cuerpo oscuro de
tamaño muy inferior al de la misma. Se da la circunstancia de que con
anterioridad a 1963 se ignoraba cualquier variabilidad de la estrella, lo que
permite suponer que la explosión causante de la «nova» pudiera ser el origen de
este cuerpo.
Si se llega a confirmar la existencia de un astro, solido o no, en
torno a «Nova Herculis 1963», este será el primer planeta descubierto fuera del
sistema solar por métodos ópticos, pues hasta la fecha la existencia de alguno
de ellos en torno a otras estrellas se conoce únicamente gracias a las
irregularidades observadas en los movimientos propios de las mismas, previa
aplicación del calculo de masas según la formula ensayada con tanto éxito por
Leverrier, y luego por Tombaugh, para descubrir los' planetas Neptuno y Plutón.
Esta información parece confirmar en principia la referida
hipótesis de la creación continua, formulada par Fred Hoyle. Pero, hablando de
«principios», he aquí las ultimas e interesantes informaciones que ha
facilitado la astrofísica sabré la atmosfera primigenia (en el sentido biológico)
del gigantesco planeta Júpiter: muchos de los elementos que contribuyen a la creación
de la vida y que entran posiblemente en la misma, existen en el planeta Júpiter,
según afirmaciones de varios cuenticos de la NASA. E 1 profesor Cyril Ponnamperuna y el doctor
Fritz Woelier, del Centro de Investigaciones de Ames, cerca de San Francisco,
que intervinieron con sendas ponencias en un symposium celebrado por la NASA en Miami (Florida),
declararon que sus investigaciones sugieren que la transformación de energía y
los procesos químicos que tienen lugar de la turbulenta atmosfera del gran planeta,
pueden producir organismos químicos de los que se deriven, a su vez, aminoácidos
y núcleos celulares vitales.
Estos procesos son semejantes a los que, según el ruso Oparin,
se cree que produjeron la vida en la Tierra. Los mencionados investigadores se
sirvieron en laboratorio de descargas eléctricas como fuente de energía,
descubriendo que al simular la actividad atmosférica de Júpiter que se supone
contiene grandes cantidades de amoniaco y metano- les fue posible construir
numerosos bloques de células vivas. Solo se necesita agua para convertir esos
bloques en moléculas orgánicas todavía mas complejas. Ahora bien, según la astrofísica,
la atmosfera inferior de Júpiter contiene verosímilmente agua liquida, o esto
declararon cuando menos los doctores Ponnamperuna y Woeller.
Desde otro punto de vista, y en virtud de la resistencia que algunos
organismos terrestres presentan a los extremos rigores del frio y el calor
alternados, el doctor Joan Oro admite la posibilidad de que, hasta en astros
desprovistos de atmosfera, puedan existir resistentes microorganismos (virus,
bacterias o lo que fuere), en cuyo caso, se demostraría que la vida ~como creía
el sueco Arthenius, autor de la teoría de la panspermia, o vida
universal- esta arraigada en el Cosmos bajo formas muy diversas, siendo incluso
posible que los gérmenes vitales viajen a la velocidad de la luz sobre el
vehiculo ideal que son los fotones, habida cuenta del descubrimiento (por métodos
deductivos) de esporas mucho mas pequeñas que las que permite con microscopio
electrónico a .300.000 aumentos (1). 89
Por lo tanto, puede
sorprendernos que al astrónomo soviético Vladimir Prokof1ev, del Observatorio Astrofísico
de Crimea, detectara oxigeno molecular en las altas capas de la atmosfera de
Venus, en 1962 y estudiando el planeta con un potente espectrógrafo especial.
Por su parte, dos años después John S.Strong y sus colaboradores de la Universidad
norteamericana John Hopkins, durante una ascensión diurna en globo hasta 24,000 metros de
altura sobre el desierto de Nuevo Méjico, descubrieron vapor de agua en la
atmosfera venusiana. «La cantidad de H2O en dicha atmosfera -declararon los
citados científicos sobre su capa de nubes es equivalente a un manto de agua equivalente
a 98 micrones de espesor.» Según esto,
la cantidad total de vapor de agua existente en la atmosfera de Venus,
incluyendo la que esta debajo de la capa de nubes opacas, acaso admita ser comparada
con la que posee la atmosfera terrestre. Por lo tanto. sugirió el doctor
Strong, «las nubes de Venus bien podrían estar compuestas de vapor de agua como
las nuestras, y no de polvo como creen muchos astrónomos».
:Sin embargo, hoy sabemos que las sondas soviéticas tipo «Venera solo
registraron un 0,4 % de oxigeno en Venus. Esta disparidad de datos acerca del enigmático
mundo venusiano, tal vez demuestra que no podemos fiarnos en exceso de nuestros
registros que, sean estos obtenidos por medios astrofísicos o astronáuticos, de
ahí el enorme interés de los laboratorios exobio1ogicos en varios países, y en
especial en la antigua Union Soviética y
Estados Unidos, como veremos al tratar de Marte.
Recojo como punto final de este epígrafe, el siguiente comentario del
doctor Joaquin Lizondo (Boletin de la A.A. Aster , septiembre de 1965,
pag. 45), que considero suficientemente demostrado las enormes posibilidades biológicas
existentes en el Universo ¿Cae mantequilla del espacio? Esta pregunta no
es tan fantástica como a primera vista parece, sino que es consecuencia de un
detallado informe de tres especialistas norteamericanos. En efecto, los
doctores Bartholomew Nagy, Douglas Hennesy y Warren Meinschein, los dos
primeros del Departamento de química de la Universidad de Fordham
y el tercero de la «Esso Research Co.» de Nueva Jersey, sometieron un fragmento
del famoso meteorito de Orgueil (caido en dicha localidad francesa en 1864) al análisis
mas refinado que permiten la química y la microquimica actuales. Añadan a esto
la espectroscopia en infrarrojo y ultravioleta, mas la difracción de rayos X,
etc., y dirán conmigo que el meteorito fue bien analizado. Pues bien, sigue
diciendo el doctor Lizondo-, el resultado del análisis, publicado el 16 de
marzo de 1961, fue que el objeto de Orgueil contenía una proporción
apreciable de sustancias orgánicas. Eran parafinas (moléculas de
carbono-hidrogeno muy complejas). De entre ellas, las mas abundantes correspondían
alas moléculas de 19, 21 y 23 átomos de carbono, exactamente como en el caso de
los grupos de parafinas sintetizadas por las funciones vitales terrestres. Uno
de los compuestos era "primo" de una hormona sexual; el otro pariente
del colesterol, muy conocido ahora del gran publico. Los máximos observados en
los grupos carbonados impares, son semejantes a los que posee la mantequilla.»
Y el doctor Lizondo, después de esta breve exposición, se preguntaba
muy lícitamente: «~Demuestra esto que hay vida fuera de la Tierra ? ~O que ha existido
vida fuera de la Tierra ?
Las conclusiones de los especialistas americanos necesitan ser confirmadas y
discutidas, pero nosotros debemos aceptarlas en su generalidad. Descubrir
huellas orgánicas sobre un fragmento de lo que fue el planeta
"Faeton",(Marduk) es asombroso. Es asi que el planeta transmarciano
era portador de vida antes de su cataclismo, en el momento en que nuestra vida
sobre la Tierra
emprendía su larga y paciente conquista de los continentes.
Saludemos con una gran inclinación a estas humildes piedrecillas que
nos caen algunas veces del cielo, pues son las mensajeras de la información mas
grandiosa que pueda darse: la vida existe en todas partes, siempre existió y
siempre existirá.»
Hoy se conocen 19 meteoritos carbonaceos (llamados condrita); sobre
un millar, aproximadamente, de meteoritos petreos estudiados y analizados en
laboratorio por el hombre. Según Charles Noel Martin, «si sus microestructuras examinadas
proceden realmente de una vida extraterrestre, la semejanza química con formas
de vida telúrica sorprende, a decir verdad. Dos posibilidades interesantes se
presentan:
1ªO bien la vida apareció en diferentes partes del sistema solar, con
una evolución química semejante.
Y 2.ª O bien la
vida se desplaza conservando su unidad, de un punto a otro del sistema solar.
Sabremos lo que
hay que responder a estas cuestiones cuando dentro de pocos decenios el hombre
haya puesto el pie en cuerpos celestes» (Charles-Noel Martin, El Cosmos y la Vida , Enc.. Horizonte. Plaza & Janes,
Barcelona, 1969, pag. 247).
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